Desde hace unos años se viene insistiendo en el sentido que pueden tener las soluciones basadas en la naturaleza para la enmienda de problemas que cada vez nos acucian más.
Esto es fruto del desarrollo propagandístico que hoy se da a la Economía Circular, pero esta economía no es nueva, es la que ya aplicaban nuestros antepasados cuando vivían más en consonancia con la Naturaleza.
El desarrollo de la sociedad siempre se ha hecho interviniendo sobre la Naturaleza, pero hoy es de tal grado nuestra capacidad de intervenir en la misma que se está pensando que hay que gestionar este desarrollo de forma que el planeta Tierra nos pueda durar algo más, quizás hasta que los recursos los podamos extraer de otros planetas o quizás hasta que podamos migrar hacia esos planetas.
La capacidad que tiene hoy el hombre de verse como el centro del Universo es una tendencia filosófica que ha ido evolucionando según nos hemos demostrado que cada vez teníamos más control sobre los recursos y los procedimientos, pero como todo en la vida esta filosofía también está en proceso de evolución.
Se abre pues la puerta a buscar un equilibrio entre la comprensión de los nuevos desarrollos que, como parte que somos de la Naturaleza, hemos y vamos a seguir realizando, pero también con la de aquellos procesos naturales que harán más eficiente el empleo de nuestros esfuerzos.
Nosotros pensamos que en el momento de evolución filosófica que nos encontramos hoy en día, uno de los principios que tenemos que respetar es el de ser agradecido con el planeta que nos ha visto nacer, no en vano hemos oído mil y una veces la siguiente expresión en nuestro refranero:
¡SER AGRADECIDO ES DE BIEN NACIDO!
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«¿Qué es esto, señor? Pues viendo
mi persona en este trance,
mi vida en este peligro,
mi honor en este combate,
¿dudas qué has de responder?
¿Un minuto ni un instante
de dilación te permite
el deseo de librarme?
En tu mano está mi vida
¿y consientes –¡pena grave!—
que la mía –¡dolor fiero!–
injustas prisiones aten?
De tu voz está pendiente
mi vida–¡rigor notable!–
¿y permites que la mía
turbe la esfera del aire?
A tus ojos ves mi pecho
rendido a un desnudo alfanje,
¿y consientes que los míos
tiernas lágrimas derramen?
Siendo rey, has sido fiera;
siendo padre, fuiste áspid;
siendo juez, eres verdugo;
ni eres rey, ni juez, ni padre.
PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA Y BARREDA GONZÁLEZ DE HENAO RUIZ DE BLASCO Y RIAÑO (1600-1681).
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